DR. HUGO LIAÑO
Profesor de Neurología Médica en la Universidad Autónoma de Madrid. Autor de Cerebro de hombre, cerebro de mujer (Ediciones B)
De cuantos modismos invaden nuestro lenguaje, el más monótono es el que se hace con el verbo hacer. Nuestros enfermos, además de estar sufriendo, deben tener la culpa de lo que les pasa, porque todo lo hacen ellos. A saber, hacen una hemiparesia, hacen un cuadro de tal o cual tipo, hacen una recaída, hacen metástasis…; cuando la verdad es que estos sucesos les sobrevienen, les aparecen, los sufren o se desarrollan en ellos, muy a su pesar.
Una palabra comodín en la Medicina es control, término de origen francés en el que confluyen contre y role, y que, traspasada al inglés, la hemos recogido; Ordóñez Gallego escribía que, en una revista médica española, había encontrado en un artículo de cinco páginas 48 veces la palabra control y otras 15 el término controlados.
Desde hace menos años, compite con el comodín anterior la palabra protocolo; hoy existe un protocolo para todo, y en una ocasión en una entrevista televisada se molestaron algunos porque ridiculicé el empleo de esta palabra, al decir que había que elaborar un directorio o protocolo de protocolos para dirigirse al que correspondiera con rapidez a la primera observación de un paciente, tras la respuesta a la pregunta ¿qué le pasa a usted? con vulgarismos populares como los de tengo cervicales, tengo tensión… .
Finalmente me gustaría saber cómo ha llegado al día de hoy el uso del término protocolo, que nació de ser la primera hoja pegada proto collo en un libro, para que un notario autentificase la autoría del mismo.
Barbarismos
Barbarismos hablados son los que mezclan el instrumento o método técnico con el resultado del estudio que con ellos se hace. Se hace un doppler o un escáner en vez de hacer una exploración circulatoria o craneal, respectivamente, con el método doppler o con un escáner.
Otro muy frecuente es el uso de a nivel, que es un concepto de altura u horizontalidad, o que incluso sirve para expresar categoría o rango nivel social, nivel de vida, para indicar la naturaleza del tema del que se habla. Se escucha a menudo hablar a nivel neurológico, diríamos que este enfermo… Y hasta se habla o hay opiniones a nivel de la calle, o sea como G de ground o RC de rez de chaussé de un ascensor inglés o francés, respectivamente.
Hay algunos términos que son mal empleados o tópicos, como asumir, puntual, flecos, retomar, hospitalizado en estado crítico, pero permanece estable, etc.
Pero ya la RAE se ha apuntado a incluir acepciones de puntual como ocasional y de flecos como detalles por resolver. Hay otros, como el ya citado preveer por prever, que viene a dar en el ridículo gerundio preveyendo.
Finalmente, uno que decimos con frecuencia, sin analizar los componentes de la palabra, es antibioterapia, o sea un tratamiento con sustancias antibiológicas, cuando debíamos emplear antibioticoterapia, pues nos referimos a un tratamiento con antibióticos.
Algo muy frecuente es la sustitución del resultado de una actuación por esta. A nadie le dan una cita mediante una citación, sino directamente una citación; pero también nos manda la DGT respetar la señalización en vez de recuerden las señales.
Lenguaje de historias e informes médicos
Comienzan con tópicos como encontrándose previamente bien, hoy incluso puede ser paciente con BEG (¡Buen Estado General!), sigue con buena coloración de piel y mucosas, abdomen blando y depresible, cuadro de…, evolución lentamente progresiva.
Se confunde grave con severo, leve con ligero, y peor aún con otras cualidades como discreto o moderado. Pero, de nuevo, ya está aceptado ligero como de poca importancia.
Se emplea álgido por crítico al hablar de un periodo o estado de máxima gravedad, y también la RAE lo acepta ¡como primera acepción!, dejando de lado la etimología de álgido o helado, e incluso en la tercera acepción se dice que es término médico fiebre álgida, o sea, frialdad por aumento de temperatura…¡Chapeau!
También a menudo se informa del estado crítico de un paciente, pero se alivia su gravedad añadiendo aunque permanece estable. ¡Bien estable está un paciente en estado vegetativo permanente y aún más uno que era un paciente y ahora es un muerto!
Los gerundios incorrectos abundan, empleados en tiempo posterior al de la acción principal o con significado de acción permanente, tales como los que vamos a imitar: tuvo una reacción, suspendiendo dicha medicación o les vive un hijo, siendo epiléptico.
El uso de siglas llega al extremo de hacer incomprensible el texto, si no se hace uno experto en esta subjerga. También se olvidan de que las siglas tienen género y todo el mundo escribe o habla de un TAC en vez de una TAC, de un PET y no de una PET; olvidamos que hablamos de unas tomografías, no de unos tomografías. La RAE, ¡cómo no!, ya lleva años, calificando TAC como término masculino y PET como ambiguo. Pero las siglas no tienen plural y sin embargo a los pacientes se les hacen tres EEGs.
Un barbarismo clásico de los informes es el uso improcedente del verbo objetivar y con él se escribe a menudo la siguiente retahíla de inconveniencias: no se objetiva patología neurológica (o de lo que sea) orgánica. Es decir, se ofrece como diagnóstico una negación, lo que no se encuentra. Se hace uso de un verbo, objetivar, con el significado de hallar, encontrar, ver que son expresiones bastante más sencillas y adecuadas, y no la de objetivar, que querría decir dar carácter objetivo a una idea o sentimiento.
El engendro continua empleando el binomio patología orgánica, queriendo decir enfermedad encontrada con criterio organicista. Siembra la duda de si en Neurología, que es el ejemplo puesto, habrá enfermedades que no sean patológicas o que no sean orgánicas, es decir, que no afecten a algún órgano. ¿Cuál será la explicación del éxito que tienen estas frases tan ambiguas, abstrusas, sin contenido y altisonantes?
Más pleonasmos
Lleva ya años instalada otra petulancia: visualizar. En los informes de los eufemísticamente denominados estudios por imagen, los médicos no ven las imágenes obtenidas, sino que las visualizan; o sea que los médicos informantes cierran los ojos y se las representan de modo virtual para analizarlas; estamos ya en camino de visibilizar. Para la RAE también es ver en imágenes lo que no se ve a simple vista, como objetos con Rayos X. Tampoco los profesionales del cine o de la televisión ven, sino que visionan las películas e imágenes.
En la línea de poner izar como desinencia a las palabras, también se optimizan métodos de tratamiento, procedimientos diagnósticos, etc., cerrando el paso a más mejoras, pues lo óptimo es inmejorable. No se señala, sino que se señaliza. Me recuerda aquel libro de Cela, titulado Izas, rabizas y colipoterras, acerca de prostitutas de ciertos barrios de Barcelona. ¿Estaremos empeñados en izar o rabizar la lengua española? Reitero a qué gremio aludía don Camilo con estos términos.
Eso sí, con la aquiescencia de quienes tienen que limpiar, dar brillo y esplendor; ¿no es el inglés la lengua más hablada en el mundo? Creo que no hay ninguna Real Academia de la lengua inglesa.
Cual guinda diremos que en las historias y exploraciones se repiten pleonasmos del tipo de los dolores neurálgicos o de las pupilas isocóricas. Vale la pena comentar la etimología de este último: pupila o niña proviene del griego core, e iso es igual; la frasecita sería más económica y precisa diciendo del paciente que tiene isocoria. Pues lo que se dice es pupilas iguales pupilas.
A todo lo anterior precede la práctica con el ordenador del corta y pega, de modo que he llegado a ver durante años cómo un hombre de 56 años fue calificado de mujer en su primer informe y, en lo sucesivo, siempre las nuevas aportaciones empezaban por “El paciente, mujer de 56 años…”.
(Continuará…)