Confirman alto nivel de radiactividad artificial en glaciares
Científicos han dado la alarma al descubrir gran cantidad de radiactividad artificial en glaciares noruegos. Foto: tawatchai07/freepik

Investigadores del Instituto Henryk Niewodniczanski de Física Nuclear, situado en la localidad polaca de Cracovia y adscrito a la Academia de Ciencias de este país, han dado la alarma al descubrir gran cantidad de radiactividad artificial en glaciares noruegos.

En el estudio cuyos detalles aparecen en Science of The Total Environment, se recuerda que la crioconita, un sedimento oscuro mezcla de materia orgánica e inorgánica fina, se encuentra en agujeros poco profundos en la superficie de los glaciares.

La radiación ionizante es una parte integral del entorno humano. Los isótopos radiactivos naturales, como el plomo-210, el actinio-229, el bismuto-214 o el potasio-40, son los principales responsables de su presencia en la superficie de la Tierra, al margen de la radiación cósmica.

Las pruebas intensivas de armas nucleares a mediados del siglo XX y el desastre de la central nuclear rusa de Chernobyl, inundaron la atmósfera de toda una gama de nuevos isótopos radiactivos.

Para los científicos, esta es una oportunidad para rastrear los procesos de transporte y acumulación de contaminantes radiactivos en el ecosistema de la Tierra. La doctora Edyta Lokas, primera autora de este estudio, explica que se trata del primer trabajo de crioconita de un glaciar noruego en el que han analizado radioisótopos naturales y artificiales. Analizaron el glaciar Blaisen, a menos de 200 kilómetros al oeste de Oslo.

Cualquiera que haya caminado sobre un glaciar sabe muy bien que la superficie no es uniformemente blanca. En algunos lugares, es incluso negra, causado por agujeros de crioconita.

El proceso de formación de un agujero de este tipo comienza en verano, cuando el viento, el agua y los animales transportan impurezas, como partículas de materia rocosa, a la superficie brillante del glaciar.

Agujeros de crioconita

Debido a que su color es más oscuro que su entorno, estas partículas se calientan más que el hielo. Como resultado, aparece una depresión llena de agua a su alrededor, lo que solo aumenta la eficiencia de capturar las partículas que se mueven en su proximidad.

Un clásico agujero de crioconita no tiene más de unas pocas docenas de centímetros de diámetro y profundidad. En su fondo hay este sedimento oscuro que se denomina crioconita.

Además de sustancias minerales naturales, puede contener contaminantes como metales pesados, pesticidas, antibióticos o microplásticos. Una parte importante de la masa de crioconita también es materia biológica (bacterias, incluidas las cianobacterias, así como protozoos y rotíferos).

Estudios anteriores de varios grupos de científicos concluyeron que este microbioma captura eficazmente los radionúclidos de su entorno. “Las muestras analizadas procedían de 12 agujeros. Recogimos el material justo antes de una fuerte lluvia. Cuando paró, también tomamos una muestra de cada uno de los cinco agujeros que sobrevivieron a la lluvia para verificar si el flujo de agua puede cambiar la cantidad de radionúclidos artificiales contenidos en la crioconita”, detalla Krzysztof Zawierucha, de la Universidad Adam Mickiewicz.

La presencia de radionucléidos artificiales en el glaciar Blaisen está relacionada con los contaminantes radiactivos liberados por Chernobyl y Novaya Zemlya, el principal campo de pruebas de armas nucleares en la época soviética. También es importante señalar que, en Escandinavia, la lluvia es un factor particularmente favorable para la acumulación de contaminantes atmosféricos, transportando efectivamente los radionucleidos de la atmósfera a la superficie.

Las muestras de crioconita del glaciar Blaisen tenían concentraciones muy altas de isótopos artificiales, en particular cesio-137 (claramente relacionado con el desastre de Chernóbyl), americio-241, bismuto-207, plutonio-239 y plutonio-240.

‘Lemmings’ y radiactividad en glaciares

Sin embargo, estas concentraciones no cambiaron en el material tomado después de la intensa lluvia. Este hecho contradice la hipótesis intuitivamente plausible de una posible lixiviación de radionúclidos de la crioconita por el agua de lluvia.

En comparación con la crioconita de otros glaciares escandinavos o árticos, la proporción de materia orgánica en las muestras estudiadas fue significativamente mayor, incluso a un nivel del 40%.

La correlación entre el aumento de la radiactividad de la crioconita y la mayor cantidad de materia orgánica que contiene probablemente no sea una coincidencia. Según los investigadores, las poblaciones de lemmings que viven cerca de los glaciares pueden desempeñar un papel.

Estos pequeños mamíferos comen alimentos vegetales, acumulando contaminantes radiactivos en sus organismos. Muchos mueren en los glaciares, donde sus cuerpos se descomponen y liberan los contaminantes que, eventualmente, terminan en la crioconita.

“Las concentraciones de radionúclidos artificiales en la crioconita noruega se encuentran entre las más altas encontradas en el hemisferio norte. Solo se han observado niveles más altos en algunos glaciares de Austria. De hecho, la crioconita del glaciar noruego es varias veces más radiactiva que la de los glaciares de Svalbard”, asegura Edyta Lokas.

Sin embargo, la radiación emitida por la crioconita noruega no representa una amenaza directa para personas o animales en el glaciar. Aunque actualmente es estable y aceptable, la situación con respecto a la presencia de radionucleidos artificiales en los glaciares noruegos puede empeorar.

Se espera que en un futuro próximo las masas de agua locales comiencen a acumular radionucleidos de una gran área en su vecindad, desde donde encontrarán su camino hacia los cuerpos de peces y animales y eventualmente terminarán en nuestros platos. En esta etapa de la investigación, sin embargo, es difícil evaluar la escala potencial de tal fenómeno y los riesgos asociados.

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