
La combinación de dos anticuerpos humanos inteligentes -como los denominan también inmunólogos de Estados Unidos- se traduce en un eficaz tratamiento para acabar con las dos variedades más peligrosas del virus del Ébola.
El conocido como vírus del Ébola es el más popular de los subtipos de ebolavirus que, con los Marburgvirus y Cuevavirus, son los miembros de la familia Filoviridae (filovirus).
Pero los científicos han identificado cinco especies más en el género Ebolavirus: ebolavirus Bundibugyo (BDBV), ebolavirus Zaire (EBOV), ebolavirus Reston (RESTV), ebolavirus Sudán (SUDV) y ebolavirus Taï Forest (TAFV).
Ahora, en un estudio experimental que Erica Ollmen Saphire y Rafi Ahmed, de La Jolla Institute of Inmunology, difunden en Cell, se demuestra que dos anticuerpos humanos inteligentes pueden atacar dos especies de ébolavirus a la vez: el virus del Ébola y el virus de Sudán.
Estas dos especies son responsables de los brotes más grandes y mortales. El nuevo estudio sugiere que, al combinar estos dos potentes anticuerpos, se crea una poderosa terapia antiviral.
La profesora Saphire, del Instituto de Inmunología de La Jolla (LJI), actualmente dirige un consorcio respaldado por la Fundación Gates para evaluar las terapias de anticuerpos contra el SARS-CoV-2, con el fin de prevenir y tratar Covid-19. Los investigadores de este consorcio, CoVIC, analizan los principales candidatos terapéuticos y utiliza el potente par de microscopios Titan Krios de LJI, para el análisis de alta resolución de las interacciones de los anticuerpos.
También fue la gran impulsora del Consorcio Inmunoterapéutico para la Fiebre Hemorrágica Viral, organización que dirige respaldada por el NIAID.
Investigación translacional
Este Consorcio, centro de excelencia en investigación translacional, reúne a un total de 44 centros académicos, industriales y gubernamentales que anteriormente competían en los cinco continentes para comprender y proporcionar terapias de anticuerpos contra el Ébola, Marburg, Lassa y otros virus.
Un descubrimiento reciente de la Kathryn Hastie reveló por qué los anticuerpos neutralizantes habían sido tan difíciles de obtener contra el virus de Lassa y proporcionó no solo las plantillas para la vacuna necesaria, sino también la molécula misma: una glicoproteína de superficie de Lassa, diseñada para permanecer en la conformación correcta para inspirar la respuesta de anticuerpos necesaria. Esta molécula es la base de los esfuerzos internacionales de vacunación contra el virus Lassa.
El trabajo de la profesora Saphire ha sido reconocido por la Casa Blanca con el Premio Presidencial a la Carrera Temprana en Ciencias e Ingeniería, con galardones para investigadores jóvenes del Congreso Internacional de Investigación Antiviral, la Sociedad Estadounidense de Microbiología y el Centro MRC para la Investigación de Virus en los Estados Unidos.
Los dos anticuerpos de este estudio provinieron de supervivientes de la infección por el virus del Ébola, que donaron muestras a la Universidad de Emory, y los anticuerpos monoclonales del Ébola se generaron en este campus.
Con ayuda de microscopía crioelectrónica, estos científicos pudieron visualizar los dos anticuerpos, a los que denominaron 1C3 y 1C11, y cómo se unen a sitios vulnerables en una proteína clave del ebolavirus, la glicoproteína.
Anticuerpos frente al Ébola
En lugar de adherirse a una parte de la glicoproteína, como una llave al entrar en la cerradura, la 1C3 se alojó en una configuración asimétrica, lo que le permitió bloquear tres sitios a la vez.
Mientras tanto, el anticuerpo monoclonal humano 1C11 se unió a la maquinaria de fusión que el virus normalmente usaría para infectar las células huésped. Como explica la profesora Saphire, debido a que la maquinaria de fusión tiene un trabajo tan crítico, se ve muy similar entre el virus de Sudán y el virus del Ébola. “Es un sitio de amplio reconocimiento y resistencia a cualquier escape de anticuerpos. Así es como este anticuerpo adquiere su amplitud», añade.
Todavía hay cuatro especies más de ebolavirus para estudiar, pero el virus Ébola y el virus de Sudán han causado los brotes más grandes y letales. Si bien existen terapias de anticuerpos contra el virus del Ébola, algunos anticuerpos en estas terapias no neutralizan al agente patógeno. En cambio, los anticuerpos se concentran en una proteína señuelo, la glicoproteína soluble, que produce el virus.
Como destacan estos investigadores, afortunadamente, 1C3 y 1C11 ignoran el señuelo y van directamente a la estructura de glicoproteína de superficie real del virus. Esto significa que se podrían usar menos anticuerpos para atacar eficazmente el virus del Ébola y el virus de Sudán. ”Si entre el 80 y 90% de lo que hay es una especie de cortina de humo, es valioso tener anticuerpos que puedan dirigirse al punto vulnerable», destaca la profesora Saphire.
En un futuro, este equipo tratará de averiguar la cantidad mínima de la dosis. En el ensayo con primates no humanos, incluso la dosis más baja proporcionó una protección del 100%.
Ébola, 1976
Como explica la Organización Mundial de la Salud (OMS), la enfermedad por el virus del Ébola (EVE) es grave, a menudo mortal. Se detectó por vez primera en 1976 en dos brotes simultáneos ocurridos en Nzara (hoy Sudán del Sur) y Yambuku (República Democrática del Congo). La aldea en que se produjo el segundo de ellos se sitúa cerca del río Ébola, que da nombre al virus.
El brote de Ébola de 2014 a 2016 en África Occidental fue el más extenso y complejo desde que se descubrió su existencia. Hubo más casos y más muertes en este brote que en todos los demás juntos. Además, se extendió a diferentes países: empezó en Guinea y después se propagó a través de las fronteras terrestres a Sierra Leona y Liberia.
La OMS considera que los huéspedes naturales del virus son los murciélagos frugívoros, de la familia Pteropodidae. El virus del Ébola se introduce en la población humana por contacto estrecho con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos corporales de animales infectados, de chimpancés, gorilas, murciélagos frugívoros, monos, antílopes y puercoespines infectados que se encontraron muertos o enfermos en la selva.
Posteriormente, el virus se propaga mediante la transmisión de persona a persona, por contacto directo (a través de las membranas mucosas o de soluciones de continuidad de la piel) con órganos, sangre, secreciones, u otros líquidos corporales de personas infectadas, o por contacto indirecto con materiales contaminados por dichos líquidos.