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Con la llegada del nuevo año, uno de los asuntos que ocupará la agenda política será el Sistema Nacional de Salud (SNS), maltrecho tras años de uso, al que la pandemia, el envejecimiento, el entorno convulso y la ausencia de profesionales, han llevado a una situación límite. Aunque hace ya algunos años que se viene detectando la necesidad de introducir reformas, las decisiones, como suele suceder en el ámbito de la Administración, pese a que son inaplazables, no terminan de llegar.
El Sistema Nacional de Salud español necesita actualizar sus normas y procedimientos para mejorar la salud de la población, lograr mayor eficiencia en la gestión de los recursos, tanto personales como tecnológicos, y facilitar la innovación en la atención sanitaria dirigida a la medicina personalizada y la medicina predictiva. Para ello han de abordarse cuatro grandes ejes de reforma:
- Articular un nuevo modelo de gobernanza del SNS, bajo el liderazgo del Ministerio de Sanidad.
- Impulsar medidas que mejoren la gestión eficiente de los recursos.
- Fortalecer la Atención Primaria como garante de la biografía de salud de las personas.
- Adaptar la cartera de servicios a la nueva situación demográfica del país.
Hablar de un nuevo modelo de gobernanza del SNS es reforzar la capacidad de decisión operativa del Consejo Interterritorial, especialmente en las situaciones de crisis, pero también en la armonización de la cartera de servicios y de los programas y procedimientos de alcance nacional.
La dirección del SNS necesita dotarse de instrumentos para la toma de decisiones eficaz. La proyectada Agencia de Salud Pública debe nacer con esa vocación de alcance nacional, con una estructura ligera, configurada por expertos reconocidos en la materia y con la participación de los servicios de salud territoriales.
Igualmente, resulta ineludible contar con una Agencia de Evaluación y Calidad del SNS que permita el intercambio de conocimiento y la evaluación de las prestaciones, de las innovaciones y de los resultados de los servicios de salud autonómicos y de cada centro sanitario integrado en el sistema, priorizando el análisis de resultados en salud frente al clásico recuento de actividades realizadas.
Fortalecer la capacidad de gestión
Finalmente, la gobernanza necesita de una adaptación normativa, tanto en el Estatuto del Personal del SNS como de la normativa de contratos del Sector Público, para fortalecer la capacidad de gestión, eliminando rigideces en las estructuras y en los procedimientos.
El segundo bloque de reformas implica cambios en las estructuras de los centros para facilitar la autonomía en la gestión, avanzando hacia formas jurídicas que, en el marco público, permitan singularizar la organización en función de características territoriales, como la demografía, la epidemiología, las comunicaciones o los condicionantes sociales. En este bloque ha de incluirse la caracterización y profesionalización de la función directiva, la mayor autonomía de las unidades asistenciales y una mayor integración funcional en torno a los procesos de salud.
El tercer bloque, el fortalecimiento de la Atención Primaria, requiere definir previamente su alcance; es decir, su papel en el SNS, decidir si es la referencia cercana al ciudadano para cualquier necesidad en salud o es una unidad de autonomía exclusiva para el ámbito de competencia extrahospitalaria. En la práctica, si el parte de baja lo hace el médico de familia, éste asume el liderazgo y seguimiento del proceso de salud, con independencia de que algunas actividades hayan de ser realizadas en el ámbito hospitalario. Si el parte de baja de un proceso atendido en el hospital es competencia de éste, el médico de familia deja de ser el referente del proceso de salud puesto que, lógicamente, el seguimiento, también de la situación administrativa, recae exclusivamente en el médico del hospital. Es decir, una decisión aparentemente administrativa puede cambiar de forma sustancial conceptos básicos del funcionamiento del SNS.
Por último, la evolución demográfica obliga a la actualización de las estructuras y la oferta de servicios. Frente al modelo heredado de la atención a procesos agudos, crece la necesidad de seguimiento continuado de pacientes, de prevención de la evolución desfavorable de los procesos, de minorar el periodo de hospitalización aumentando la atención en el lugar de residencia, de intensificar la capacidad de cuidar y proteger a la población vulnerable.
La agenda sanitaria viene, por tanto, cargada de amenazas que se convierten en retos ineludibles para quienes tienen y han de tener en el futuro la responsabilidad de las decisiones estratégicas en el Sistema Nacional de Salud. Se requerirá ambición de cambio y compromiso con la sociedad, como hace cuatro décadas en los momentos de fundación del sistema. No pierdan un minuto en ponerse sobre ello.