Gregor Mendel, el monje agustino que sentó las bases de la genética moderna con las reglas mendelianas de la herencia, habría cumplido 200 años el 20 de julio. Alemania se prepara para celebrar este magno acontecimiento, de la mano de la Academia Nacional alemana de Ciencias Leopoldina.
España, por su parte, lleva meses organizando actos en memoria de Antonio de Zulueta y Escolano que, a principios del siglo pasado, introdujo la genética en España. Ahora se cumplen 50 años de su muerte.
La Academia germana, en un comunicado oficial, recuerda que las reglas mendelianas de la herencia son la base de la genética moderna. Añade que la Medalla Mendel se instituyó en 1965 en honor a Gregor Mendel (1822-1884) y se concede a científicos pioneros en biología general y molecular o en genética.
Así, en el acto que tuvo lugar el pasado miércoles, intervinieron el profesor Nicholas Baron, biólogo evolutivo y genetista británico; la profesora Magdalena Götz, bióloga del desarrollo y acreditada investigadora en el campo de las células madre; el profesor Peter Hegemann, biofísico y experto en optogenética; Jane Goodall, académica de la Leopoldina desde 1990 y el profesor Stefan Mundlos, última medalla Mendel concedida en 2021.
Zulueta, tras los pasos de Mendel
Antonio de Zulueta y Escolano fue el introductor de la genética en España. Dirigió el Laboratorio de Biología del Museo Nacional de Ciencias Naturales desde 1913 y obtuvo un reconocimiento internacional por sus trabajos sobre la herencia ligada al sexo en el escarabajo Phytodecta variabilis.
Durante la contienda civil española dirigió el Museo, por lo que las autoridades franquistas le apartaron de su actividad científica durante un tiempo, pero finalmente fue rehabilitado gracias al empeño de otros investigadores españoles y extranjeros.
Precisamente, hasta finales del próximo mes de agosto, el Museo Nacional de Ciencias Naturales acoge una magna muestra para dar a conocer la obra de Antonio de Zulueta. De esta manera, documentos, libros, dibujos, fotografías e instrumentos científicos, muchos de ellos nunca antes expuestos, guían al visitante a través de la biografía del ilustre genetista.
Según la Real Academia de la Historia, en 1910, un año después de licenciarse en Madrid, obtuvo el diploma en La Sorbona (París) y el doctorado en la Universidad de Madrid. La tesis que defendió se refería a los copépodos parásitos de los celentéreos. En ella establecía la diagnosis y bibliografía completa de la familia Lamippidae a la que añadió un género nuevo (Linaresia) que dedicó a la memoria de Augusto González de Linares, fallecido seis años antes, quien fundó la Estación de Biología Marítima de Santander.
Genes en el cromosoma Y
Hacia 1919 se produce un cambio de orientación en la línea investigadora de Zulueta, al dedicarse de lleno a los estudios experimentales sobre la herencia biológica, como entonces se denominaban las investigaciones de genética.
Lo primero que hay que apuntar es que Zulueta no empleó, como especie de sus investigaciones, la Drosophila melanogaster -la utilizada por Morgan y su escuela-, sino una especie bien distinta, la del coleóptero crisomélido Phytodecta variabilis, que en esos momentos era muy abundante en los alrededores de Madrid (Dehesa de la Villa, Casa de Campo…) y en otras zonas de la Península, pero cuya cría en cautividad resultaba bastante difícil, por vivir este insecto, exclusivamente, sobre plantas de Retama sphaerocarpa que en estado fresco constituyen su único alimento.
El laboratorio de Biología del Museo Nacional de Ciencias Naturales se encontraba entonces en la calle Pinar, en Madrid, próxima a la Residencia de Estudiantes. Era un edificio sin pretensiones, modesto, al que uno de sus discípulos, Fernando Galán, describió como “una chabola”.
Durante los primeros años, Zulueta y sus colaboradores se centraron en la citología, más bien cariología de protistas y en la herencia del sexo. No obstante, en 1939 le privaron de medios materiales y personales y le instruyeron un expediente de depuración.
Sin embargo, en 1946, la Real Academia de Ciencias le pidió que retomara su actividad docente en la Cátedra de Genética de la Fundación Conde de Cartagena. Poco a poco, Zulueta volvió a investigar, llegando a descubrir en el coleóptero crisomélido Phytodecta variabilis la existencia de genes en el cromosoma Y.