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Sanitarios y síndrome de ‘burnout’ por Covid

Foto: stockking/freepik

Una situación que ha llevado a la sanidad y a todos sus profesionales a una situación de agotamiento físico, psicológico y emocional. Hemos pasado de los aplausos, a una situación en la que se han sobrepasado límites, como llegar a las agresiones verbales o físicas.

Los sanitarios siguen afrontando su trabajo, sobrepasados por las cargas, con falta de recursos, con altos niveles de estrés, agotados mentalmente y al límite en demasiadas ocasiones, con una sensación de abandono que les hace cuestionarse la continuidad en su profesión.

Son más de dos años expuestos a una situación de máxima exigencia, estrés, sobrecarga laboral, falta de recursos profesionales y materiales, y esto continúa. Las muestras de cansancio, agotamiento psicológico, tristeza, estrés, de desgaste emocional, culpa por no poder ante la situación y hartazgo por todo lo que está pasando al día de hoy es lo que se puede definir Síndrome de burnout o popularmente, del trabajador quemado.

Este término burnout fue acuñado por primera vez en 1974 por Herbert Freudenberger, en su libro Burnout: The High Cost of High Achievement.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha procedido al reconocimiento oficial del Síndrome de burnout como enfermedad laboral, tras la ratificación de la revisión número 11 de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Conexos (CIE-11), que entró en vigor el 1 de enero de 2022.

El síndrome de desgaste profesional o burnout es un estado de agotamiento mental, emocional y físico que se presenta como resultado de exigencias agobiantes, estrés crónico o insatisfacción laboral, y es detonante de problemas de salud física y mental graves.

Por lo general, el trastorno es consecuencia de un estrés laboral crónico y se caracteriza por un estado de agotamiento emocional, una actitud cínica o distante frente al trabajo y una sensación de ineficacia y de no hacer adecuadamente las tareas.

El Síndrome de burnout se incluye así entre los principales problemas de salud mental y en la antesala de muchas de las patologías psíquicas derivadas de un escaso control y de la carencia de una prevención primaria de este síndrome.

La fatiga pandémica y el estrés continuo a la que están sometidos los médicos, profesionales de la enfermería y en general, todo el personal sanitario está haciendo auténticos estragos y, muy particularmente, en la atención primaria ante la avalancha de pacientes, la saturación y el desbordamiento ante la falta de recursos. Esta situación les está generando a sus profesionales un auténtico colapso mental.

Un estudio multidisciplinar reciente realizado y liderado por la investigadora Cristina García-Vivar, de la Universidad pública de Navarra, en colaboración con el Colegio de Enfermería, señala que más del 68% de los profesionales de la enfermería en Navarra -y extrapolable a nivel nacional- presentan distintos niveles de depresión, ansiedad y estrés postraumático después de dos años de pandemia y el 40% sufren problemas de insomnio; una situación que a día de hoy no mejora.

Según el Consejo General de Enfermería, casi la mitad de los trabajadores de enfermería se han planteado la posibilidad de abandonar la profesión, mientras que dos tercios han sufrido episodios graves de ansiedad ante la pandemia.

Un escenario que debe de hacernos reflexionar en cuanto al presente y futuro sobre la situación real de nuestros profesionales, de todos los que han arriesgado y siguen arriesgando sus vidas, convirtiendo la de la salud en una profesión de alto riesgo. Centros de salud, ambulatorios, residencias y hospitales, entre otros, se siguen enfrentando actualmente a esta falta de medios físicos y humanos.

Impacto emocional en la salud mental

La situación de los profesionales de la salud es ciertamente crítica desde un punto de vista psicológico y desde la perspectiva de la salud mental y el desempeño profesional.

Un reciente estudio de la Fundación Galatea, que fue creada hace más de 20 años por el Consejo de Colegios Médicos de Cataluña para dar atención a los profesionales de la salud, destaca que casi el 60% de los profesionales de la salud en Cataluña muestran síntomas de estrés postraumático y ha aumentado hasta el 46% la percepción de mala salud mental en todas las profesiones sanitarias.

Otra de las conclusiones que se derivan de los estudios realizados por la Fundación Galatea es que médicos y enfermeros no cuentan con herramientas y hábitos para cuidarse a sí mismos, según indica Antonio Calvo, director de la Fundación.

La Covid-19, las catástrofes, la crisis económica, social y política a las que estamos siendo sometidos en estos últimos años nos están poniendo de relieve la importancia de preparar a las personas para desarrollar competencias, capaces de potenciar estrategias de afrontamiento y supervivencia mucho más efectivas y no solo centrarnos en el desarrollo de conocimientos académicos o profesionales.

La fortaleza mental y el autocontrol emocional se están convirtiendo en los principales pilares de la salud mental en estos momentos de permanente incertidumbre. Se han convertido en factores clave o competencias que determinan el grado de salud mental de la sociedad.

Cada vez más, la capacidad de desarrollar estrategias de afrontamiento frente a la incertidumbre, las catástrofes y situaciones de crisis permanente son determinantes para tener un equilibrio emocional y una salud mental necesaria. Las relaciones sociales, el desarrollo personal y el desarrollo profesional son tres pilares que contribuyen a tener un bienestar psicológico satisfactorio.

Es un conjunto de competencias personales que requiere del desarrollo de conocimientos, habilidades y actitudes que sean efectivas para hacer frente a las dificultades emocionales y de interacción social, que permitan minimizar el impacto negativo del ecosistema social en el que vivimos y prevenir los problemas psicológicos derivados de ellos, que además pueden tener consecuencias, en muchos casos nefastas, como puede ser el suicidio, que es una realidad cada vez más preocupante.

Para prevenir los problemas psicológicos, una personalidad saludable y personas felices con una mayor calidad de vida, el control de los pensamientos y las emociones son claves.

Importancia de identificar autoprotección psicológica

Todo lo que nos ha ocurrido y está sucediendo como consecuencia derivada de la pandemia es algo que debe de llevarnos a tomar mecanismos de acción.

No olvidemos que los profesionales de la salud están educados para ayudar, proteger, curar y dar servicio a los demás, pero están muy poco formados para cuidarse a sí mismos, lo que los sitúa en una profesión de riesgo, tal y como nos lo ha puesto de relieve la situación actual.

Los sentimientos de culpabilidad por la fatiga emocional y desbordamiento emocional, la interpretación errónea de las emociones y el no ser conscientes de que tenemos que cuidar nuestra salud mental y aprender a cuidarnos tiene sus consecuencias, que muchas veces subestimamos y asumimos como daños colaterales, lo cual es un error, un error grave.

En diferentes estudios, existe la paradoja de que la salud mental no es reconocida como parte de la salud general. Existe una percepción dicotómica entre la salud general, entendida con un matiz más físico o fisiológico, y la salud mental.

En el actual contexto de exposición a la incertidumbre, adquiere especial relevancia la dimensión de equilibrio entre esfuerzo y recompensa. La falta de equilibrio entre estas dos variables es identificado como un factor que contribuye al riesgo de enfermedades coronarias y un factor crítico que ha llevado y está llevando a que los profesionales de la salud tomen la decisión de renunciar o cambiar de profesión, así como de riesgos psicosociales.

La fortaleza mental, al igual que la física, requiere práctica. Aprender a tener una mentalidad fuerte, requerirá algo de trabajo, pero se puede entrenar. Está directamente relacionada con la capacidad de observar y gestionar los pensamientos, emociones y acciones para hacer frente a la incertidumbre, incluso independientemente del resultado, sin que nos afecte.

Conductas, pensamientos y actitudes como la tenacidad, la perseverancia, la capacidad de entrega y la determinación son las que están determinando la salud mental y el cambio de perspectiva de observar la realidad como una amenaza sin solución o un reto, en el que utilizamos todo lo que está bajo nuestro control para afrontarlo y superar las difíciles situaciones a las que constantemente estamos expuestos.

La consecuencia de todo lo que está ocurriendo es que muchos profesionales de la salud quieran abandonar su actividad y sus trabajos, quieren dejar la profesión.

Probablemente, es el momento de menos aplausos y más acción, más recursos y más herramientas que faciliten el trabajo de quienes nos han protegido y protegen con sus propias vidas y reconocer no solo socialmente su papel, que sin duda se les ha reconocido y reconoce, sino reconocerles profesionalmente como corresponde y emprender acciones que repercutan de forma real.

“No podemos estar en modo de supervivencia. Tenemos que estar en el modo de crecimiento”
Jeff Bezos

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