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Aprender a manejar nuestras emociones: somos lo que aprendemos

Imagen: pikisuperstar/Freepik

 

La gestión de las emociones negativas es crucial para la salud mental, ya que las emociones negativas pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida de una persona. Es importante tener en cuenta que no todos los pensamientos negativos son necesariamente perjudiciales. En algunos casos, pueden ser una respuesta natural a situaciones estresantes o difíciles. Sin embargo, si los pensamientos negativos se convierten en patrones recurrentes, afectan nuestra vida cotidiana.

La OMS define la salud mental como «un estado de bienestar en el cual cada individuo desarrolla su potencial, puede afrontar las tensiones de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y puede aportar algo a su comunidad». Y los estados miembros de la OMS han dejado muy claro que, para ellos, la salud mental es una prioridad.

Pensamientos y emociones negativas: una primera aproximación

La gestión efectiva de las emociones negativas puede ayudar a prevenir estos problemas, ya que reduce la intensidad y duración de estas emociones y promueve la adaptación a situaciones más complejas, mejora la capacidad en la toma de decisiones racionales y la forma de relacionarse con los demás.

Los pensamientos negativos pueden tener un impacto químico en nuestro cerebro y en nuestro cuerpo. Cuando experimentamos pensamientos negativos, se activa una respuesta de estrés en nuestro cuerpo que libera hormonas como el cortisol y la adrenalina. Estas hormonas pueden tener efectos poco favorables para nuestro sistema inmunológico, nuestro sistema cardiovascular y nuestro cerebro.

El cortisol, por ejemplo, es una hormona del estrés que puede afectar la capacidad de nuestro cerebro para formar nuevas conexiones neuronales, lo que puede afectar la memoria y el aprendizaje, puede reducir la capacidad de nuestro sistema inmunológico para combatir infecciones y enfermedades, lo que potencialmente aumenta el riesgo de enfermedades crónicas y trastornos autoinmunitarios.

Además, la respuesta de estrés a los pensamientos negativos puede tener efectos físicos como tensión muscular, dolor de cabeza, trastornos gastrointestinales y problemas para dormir entre otros, y afectar a nuestro estado de ánimo, lo que a su vez puede tener un impacto en nuestras relaciones, nuestra productividad y nuestra calidad de vida.

Por otro lado, los pensamientos positivos pueden tener un efecto opuesto en nuestro cuerpo, reduciendo la respuesta de estrés y promoviendo la liberación de hormonas como la serotonina y la dopamina, que están asociadas con la sensación de bienestar y la felicidad.

En resumen, los pensamientos negativos pueden tener un impacto químico en nuestro cuerpo y en nuestro cerebro, afectando nuestra salud física y mental. Por lo tanto, es importante ser conscientes de nuestros patrones de pensamiento y aprender a manejar los pensamientos negativos para reducir el estrés y promover la salud y el bienestar en general.

El impacto de la gestión de las emociones negativas en la salud mental

Los pensamientos negativos pueden tener un impacto significativo en nuestros procesos cognitivos. La forma en que pensamos sobre nosotros mismos, los demás y el mundo que nos rodea puede afectar nuestra percepción, nuestro comportamiento y nuestras emociones.

Cuando tenemos pensamientos negativos recurrentes, como creencias limitantes, autocríticas o pensamientos catastrofistas, estos pueden afectar nuestra capacidad para tomar decisiones, resolver problemas, concentrarnos y retener información. Los pensamientos negativos pueden hacer que nos sintamos abrumados, ansiosos, deprimidos y estresados, lo que a su vez puede afectar nuestra memoria, nuestra atención y nuestro rendimiento en general.

Además, pueden crear un ciclo de retroalimentación negativa. Si continuamos teniendo pensamientos negativos, estos pueden afectar nuestra autoestima y nuestra confianza, lo que a su vez puede llevar a más pensamientos negativos. Este ciclo puede ser difícil de romper y puede llevar a problemas de salud mental como la depresión y la ansiedad.

Estos son algunos datos ilustrativos del estado de la cuestión en relación a la salud mental, a saber:

Estos son solo algunos de los datos estadísticos sobre los problemas de salud mental. En general, son un problema significativo en todo el mundo y tienen un impacto en la calidad de vida, la productividad y el bienestar económico de las personas y las sociedades en general.

Es importante recordar que la gestión de emociones negativas no se trata de eliminarlas por completo, sino de aprender a reconocerlas, aceptarlas y manejarlas de manera efectiva para evitar su impacto negativo en la salud mental.

Somos lo que aprendemos

Es fundamental aprender a gestionar las emociones, aprender a gestionar y controlar los pensamientos que pueden influir negativamente en nuestra salud mental y física. Es algo que todos atisbamos, pero que en muchos casos subestimamos y se convierte en nuestro principal enemigo.

La incapacidad de gestionar los pensamientos negativos es un síntoma común de muchos trastornos de salud mental, como la depresión, la ansiedad y el trastorno obsesivo-compulsivo. A modo ilustrativo, podemos ver su impacto en nuestra sociedad denominada civilizada, pero que, a pesar de contar con avances científicos y tecnológicos que posiblemente nunca hubiésemos soñado, nos encontramos con algunos de estos datos:

Estos son solo algunos de los datos estadísticos sobre los pensamientos negativos y otros trastornos de salud mental. La conciencia de la importancia sobre la gestión de las emociones y los pensamientos y su influencia en la salud mental son, sin duda, muy importantes para establecer modelos de mejora de la calidad de vida de las personas y las comunidades.

Enfermedad, emociones y pensamientos

Al hilo de lo que hemos señalado anteriormente, las emociones tienen un impacto significativo en la salud física y mental de una persona. Diferentes investigaciones han demostrado que el estrés crónico y las emociones negativas pueden aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades y empeorar la salud en general.

El estrés crónico puede desencadenar una respuesta inflamatoria en el cuerpo, lo que puede contribuir a enfermedades crónicas cardíacas, diabetes, enfermedades autoinmunitarias y cáncer. Es un círculo vicioso en el que el estrés también puede afectar el sistema inmunológico, disminuyendo su capacidad para combatir las infecciones.

Aprender a gestionar las emociones negativas es especialmente importante para los enfermos de cáncer, ya que la experiencia del cáncer puede provocar una amplia variedad de emociones negativas, como la ansiedad, la depresión, el miedo y la tristeza. Estas emociones pueden ser muy intensas y difíciles de manejar, y pueden tener un impacto negativo en la calidad de vida de los pacientes, así como en su capacidad para lidiar con el tratamiento y su recuperación.

La gestión efectiva de las emociones negativas en los pacientes con cáncer puede ayudar a reducir la ansiedad, el dolor y la fatiga, mejorar el sueño y la calidad de vida, y fortalecer el sistema inmunológico. También puede ayudar a los pacientes a tomar decisiones informadas sobre su tratamiento, a mantener un estado de ánimo más positivo y a desarrollar un sentido de control sobre su situación, de ahí la importancia del apoyo psicológico mediante técnicas utilizadas para la gestión de emociones negativas que pueden ayudar a los pacientes a identificar sus emociones, aceptarlas y manejarlas de manera efectiva.

Es importante recordar que la gestión personalizada de gestión de emociones adecuada a las necesidades individuales no es una cura para la enfermedad, sino una forma de mejorar la calidad de vida y la capacidad de los pacientes para hacer frente al tratamiento y la recuperación.

A nivel de conclusión, los pensamientos y emociones negativos tienen un impacto significativo en nuestros procesos cognitivos y en nuestra salud mental y física con un claro impacto en al capacidad de respuesta de nuestros sistema inmunitario. Su gestión es una herramienta que no solo nos favorece en tener una buena salud mental, sino que nos ayuda a mejorar en la autoeficacia personal, la autoestima y las autoimagen. Además, es un facilitador de nuestros procesos claves de socialización.

Sin duda, este nuevo entorno global, complejo y repleto de incertidumbres, está teniendo un impacto muy significativo en los aspectos psicológicos de las personas, desde la infancia a la edad adulta, un impacto que a priori, hace tan solo unas décadas no imaginábamos, puesto que parece incomprensible, que cada vez contamos con más recursos técnicos, científicos y avances en todos los ámbitos de la vida.

La pandemia nos ha puesto a prueba y ha sacado a relucir nuestras debilidades a la vez que ha hecho visible la importancia determinante que tiene la gestión de los pensamientos, expectativas y emociones en nuestra salud mental y su impacto en la salud como concepto global. Esto nos debe hacer pensar en abordar adecuadamente este escenario para prevenir y tratar enfermedades, y mejorar la calidad de vida de las personas en general, tanto desde la perspectiva médica como psicológica.

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