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Hallan parásitos humanos del siglo VII a. C. en una villa de Jerusalén

Hallan parásitos humanos del siglo VII a. C. en una villa de Jerusalén

Enterobius vermicularis. Foto: Eitan Kremer

Científicos israelíes han localizado y clasificado en Jerusalén muestras de parásitos intestinales humanos del siglo VII a. C., de la época del primer Templo.

A raíz de este descubrimiento de la Universidad de Tel Aviv y la Autoridad de Antigüedades de Israel y que aparece en International Journal of Paleopathology, los investigadores determinaron las especies de parásitos intestinales que portaban los habitantes de alto nivel adquisitivo en la Jerusalén del siglo VII a. C. y exponer la historia de las condiciones sanitarias y de salud regionales.

Se recolectaron 15 muestras de sedimentos del pozo negro debajo de un asiento de inodoro de piedra, que se encontró en Armon Hanatziv, al sur de Jerusalén. La instalación del baño se ubicó en un jardín adyacente a una estructura monumental con elementos arquitectónicos que los científicos califican de “extraordinarios”.

Huevos de parásitos intestinales recuperados de sedimentos recogidos debajo del asiento de piedra del inodoro en Armon Hanatziv. (a). Enterobius vermicularis; (b). Lombriz intestinal; (c). Trichuris suis; (d). Trichuris trichiura; (e). Taenia sp. Cada barra=25 micrones. Foto: Eitan Kremer

Para ello utilizaron un microscopio óptico para identificar y medir los huevos. Así, detectaron la presencia de cuatro taxones de huevos de parásitos intestinales: Trichuris trichiura, Taenia, Ascaris lumbricoides y Enterobius vermicularis (lombrices intestinales, tenias, tricocéfalos y oxiuros).

Estos hallazgos revelan que las enfermedades parasitarias intestinales probablemente causadas por malas condiciones sanitarias fueron un problema humano en la Edad del Hierro tardía de Israel, que afectó incluso a los grupos de alto status económico.

Como destacan, su trabajo demuestra el potencial de las investigaciones arqueoparasitológicas para ampliar el conocimiento sobre el origen y la historia de las infecciones. Además, la evidencia parasitológica les permitió determinar el propósito de los artefactos de piedra perforada (asientos de inodoro, en lugar de objetos de culto como se debate actualmente).

El estudio fue dirigido por la doctora Dafna Langgut, directora del Laboratorio de Arqueobotánica y Ambientes Antiguos de la Universidad de Tel Aviv, que también trabaja para el Instituto de Arqueología y el Museo Steinhardt de Historia Natural.

Huevos de parásitos de 2.700 años

La doctora Langgut recolectó muestras de sedimentos debajo del inodoro de piedra, donde se encontraba el pozo negro. En su laboratorio, extrajo químicamente los huevos del parásito, los examinó con un microscopio óptico y los identificó. Los restos de huevos de 2.700 años de antigüedad se descubrieron como parte de una excavación de rescate realizada por la Autoridad de Antigüedades de Israel, llevada a cabo en el Paseo Armon Hanatziv, en Jerusalén.

Los hallazgos de este estudio se encuentran entre los primeros observados en Israel hasta la fecha”, asegura la investigadora. “Son huevos duraderos y, en las condiciones especiales que proporciona el pozo negro, sobrevivieron durante casi 2.700 años. Los gusanos intestinales son parásitos que causan síntomas como dolor abdominal, náuseas, diarrea y picazón. Algunos de ellos son especialmente peligrosos para los niños y pueden provocar desnutrición, retrasos en el desarrollo, daño al sistema nervioso y, en casos extremos, incluso la muerte”, destaca.

Langgut cree que la enfermedad intestinal en ese momento podría haberse debido a las malas condiciones sanitarias que causaron la contaminación fecal de los alimentos y el agua potable. O podría deberse a una falta de conciencia sobre la higiene, como no lavarse las manos. Otras posibles fuentes de infección fueron el uso de heces humanas para fertilizar los cultivos y el consumo de carne de res o cerdo mal cocida.

En aquella época, la recuperación de los parásitos intestinales era difícil o imposible, y los infectados podían sufrir los parásitos por el resto de sus vidas. Por lo tanto, es muy posible que los hallazgos del estudio indiquen una enfermedad infecciosa molesta y duradera (comparable a los piojos y oxiuros en los jardines de infancia de hoy), que afectó a toda la población. La doctora Langgut señala que estos parásitos todavía existen en la actualidad.

Arqueoparasitología, nueva área de investigación

El asiento de inodoro de piedra encontrado en una villa del siglo VII a. C., durante la excavación en Armon Hanatziv, al sur de Jerusalén. Foto: Ya’akov Billig, The Israel Antiquities Authority

Por su parte, Ya’akov Billig, director de la excavación que trabaja para la Autoridad de Antigüedades de Israel, explica que la villa descubierta se remonta a mediados del siglo VII a. C. (finales de la Edad del Hierro). Según Billig, encontraron magníficos artefactos de piedra de extraordinaria mano de obra, como capiteles decorados (en el estilo protoeólico) de una cantidad y calidad que no se observaban en el antiguo Israel.

Adyacente a la mansión había un jardín espectacular con una vista impresionante de la Ciudad de David y el Monte del Templo. Fue aquí, junto con los restos de árboles frutales y ornamentales, donde se encontró el pozo negro muestreado por Langgut. Estaba rematado por una instalación cuadrada de piedra caliza con un orificio en el centro, identificado como el de caída de un inodoro.

Para la doctora Langgut, supuso una oportunidad para aplicar un campo de investigación llamado arqueoparasitología en el que, a través de restos microscópicos de huevos de gusanos intestinales, se conoce la historia de enfermedades y epidemias.

Langgut y Billig no se sorprendieron por la recuperación de un inodoro en el prestigioso jardín de la finca. “Las instalaciones sanitarias eran extremadamente raras en ese momento y eran un símbolo de estatus, una instalación de lujo que solo los ricos y de alto rango podían permitirse. Como enseña el Talmud, “¿Quién es rico? … Rabí Yosef dice: Cualquiera que tenga un baño cerca de su mesa” (Bavli Shabat 25: 2).

Actualmente, Dafna Langgut y su equipo están realizando análisis adicionales sobre los sedimentos recolectados del pozo negro, para conocer la dieta y las hierbas medicinales utilizadas en Jerusalén a finales de la Edad del Hierro.

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