Una avanzada tecnología desarrollada por científicos de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) y de la Scuola Superiore Sant´Anna envía mensajes al cerebro de los invidentes, estimulando el nervio óptico con una nueva clase de electrodo intraneural denominado OpticSELINE. De momento, se probó con éxito en conejos, según publica Nature Biomedical Engineering.
Para Silvestro Micera, presidente de la Fundación Bertarelli de EPFL en Neuroingeniería Traslacional y profesor de Bioelectrónica en Scuola Superiore Sant’Anna, «la estimulación intraneural puede ser una solución valiosa con varios dispositivos neuroprotésicos para la restauración de la función sensorial y motora”.
Micera, por otra parte, es un reconocido investigador que continúa innovando en prótesis de mano para amputados que utilizan electrodos intraneurales.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que, en todo el mundo, hay 36 millones de invidentes y 135 millones de personas con baja visión. Además, la OMS calcula que en cerca del 80% de los casos, la pérdida de visión se puede prevenir o curar.
Muchos factores pueden inducir ceguera, como la genética, el desprendimiento de retina, accidente cerebrovascular en la corteza visual, glaucoma, cataratas, inflamación o la infección, entre otros.
‘Ver’ con el cerebro
Si bien algunos casos de invidencia son temporales y pueden tratarse con terapias biomédicas, ¿cómo se ayuda a alguien que está permanentemente ciego?
La idea es producir fosfenos, la sensación de ver la luz en forma de patrones blancos, sin ver la luz directamente. Los implantes de retina, un dispositivo protésico para ayudar a los invidentes, no se puede aplicar a todos los casos.
Otro ejemplo lo constituyen el medio millón de personas en todo el mundo que son invidentes debido a la retinitis pigmentosa.
Se trata de un trastorno génico, pero solo unos centenares de pacientes son susceptibles de implantes de retina. Otra estrategia, aunque no exenta de peligro, es un implante cerebral que estimule directamente la corteza visual. Los expertos señalan que, a priori, la nueva solución intraneural minimiza los criterios de exclusión ya que el nervio óptico y la vía hacia el cerebro, con frecuencia, están intactos.
Llegados a este punto, hay que recordar que, en los años noventa del siglo pasado, los intentos para estimular el nervio óptico proporcionaron resultados no concluyentes. El neuroingeniero Diego Ghezzi, de EPFL, recuerda que, entonces, usaban electrodos de nervio del manguito.
Tecnología para la vida diaria de invidentes
“El problema es que estos electrodos son rígidos y se mueven, por lo que la estimulación eléctrica de las fibras nerviosas se vuelve inestable. Los pacientes tuvieron dificultades para interpretar la estimulación, porque seguían viendo algo diferente», explica el neuroingeniero.
De hecho, la tecnología de los electrodos intraneurales puede ser la respuesta para proporcionar una rica información visual a personas invidentes. Según los científicos, también son estables y tienen menos probabilidades de moverse una vez implantados en un paciente. Los electrodos del manguito se colocan quirúrgicamente alrededor del nervio, mientras que los intraneurales perforan el nervio.
Uniendo conocimiento y recursos, estos investigadores suizos e italizanos consiguieron diseñar y desarrollar OpticSELINE, un conjunto de 12 electrodos. Para comprobar la eficacia de esta tecnología administraron corriente eléctrica al nervio óptico de conejos invidentes a través de este dispositivo y midieron la actividad del cerebro en la corteza visual. También desarrollaron un algoritmo para decodificar las señales corticales.
Ghezzi explica que, con la tecnología actual, podrían construir un dispositivo de entre 48 y 60 electrodos, pero no son suficientes para restaurar completamente la vista. Se conseguirían señales visuales limitadas como ayuda para la vida diaria.