Como detalla un estudio publicado en Applied Interfaces and Material, órgano oficial de la American Chemical Society (ACS), científicos australianos consiguieron información sobre cómo las nanopartículas podrían usarse para identificar la presencia de hongos invasivos y, en ocasiones, letales, y ofrecer tratamientos específicos de manera más eficaz.
Concretamente, vieron cómo con nanopartículas se podría desarrollar un biosensor para prevenir enfermedades mortales contraídas en equipos médicos, como los catéteres.
En este trabajo participaron microbiólogos, inmunólogos e ingenieros, dirigidos por el doctor Simon Corrie y la profesora Ana Traven, de la Universidad de Monash.
Candida albicans puede volverse mortal cuando coloniza dispositivos médicos como catéteres implantados en el cuerpo humano. Si bien se encuentra comúnmente en personas sanas, este microbio puede convertirse en un problema grave para aquellos que están gravemente enfermos o inmunodeprimidos.
Cuando coloniza, por ejemplo, un catéter, este agente patógeno forma una biopelícula y luego se propaga por el torrente sanguíneo para, a continuación, infectar órganos internos.
Como quiera que es resistente a los tratamientos antifúngicos y como recuerda la profesora Traven, «la tasa de mortalidad puede ser entre el 30 y el 40%, incluso si se trata a las personas infectadas”.
Diagnóstico temprano de los hongos letales
En este sentido, esta investigadora explica que «la idea es que si se puede diagnosticar esta infección temprano, entonces podremos tener una mayor probabilidad de tratarla con éxito con los medicamentos antimicóticos actuales y detener una infección sistémica en toda regla, pero faltan nuestros métodos de diagnóstico actuales. Un biosensor que detectara las primeras etapas de la colonización sería altamente beneficioso».
Con ese objetivo se estudiaron los efectos de nanopartículas de organosilicato de diferentes tamaños, concentraciones y recubrimientos de superficie para ver si interactuaban con C. albicans y con las células inmunes en la sangre, y de qué manera.
Descubrieron que las nanopartículas se unían a las células fúngicas, pero no eran tóxicas para ellas. «No matan el microbio, pero podemos hacer una partícula antifúngica al unirlos a un fármaco antifúngico conocido», añade la profesora Traven.
Los investigadores también demostraron que las partículas se asocian con los neutrófilos, los glóbulos blancos humanos, de manera similar a como lo hicieron con C. albicans, permaneciendo no citotóxicos hacia ellos.
Nanopartículas en enfermedades infecciosas
«Hemos identificado que estas nanopartículas, y por inferencia una cantidad de diferentes tipos de ellas, pueden ser interactivas con las células de interés», apunta el doctor Corrie.
«Podemos cambiar las propiedades de la superficie al unir diferentes cosas; por lo tanto, realmente podemos cambiar las interacciones que tienen con estas células. Eso es bastante significativo», continúa el investigador.
El doctor Corrie subraya que mientras se investigaban las nanopartículas en el tratamiento del cáncer, “el uso de tecnologías basadas en nanopartículas en enfermedades infecciosas va a la zaga del campo de la nanomedicina del cáncer, a pesar del gran potencial para nuevos tratamientos y diagnósticos”.
«Hemos reunido laboratorios con experiencia en infección, microbiología e inmunología con un laboratorio que tiene experiencia en ingeniería, para hacer experimentos de vanguardia», concluye el ingeniero químico.